CONCIERTOS

CON BUENA VISTA SOCIAL CLUB MUSICA PARA LA HISTORIA; HISTORIA PARA LA MUSICA

Por: Elcie Gonzalez para People Music
Foto: José León

La leyenda musical cubana, Buena Vista Social Club, escribió este sábado otra de sus más memorables actuaciones, esta vez, en el Coliseo Roberto Clemente, de Puerto Rico ante más de 10 mil personas que colmaron el lugar desde las primeras horas de la tarde, a pesar de una tarde de lluvia pertinaz, para disfrutar de un espectáculo que prometía ser de la mayor y más alta calidad artística.

“Adios tours’’, nombre con la que la emblemática agrupación cubana ha bautizado esta gira que comenzó en el 2014 y que los ha llevado ya por gran cantidad de países de casi todos los continentes e incluso a actuar en la Casa Blanca, invitados por el presidente Obama, finalizó este ciclo en Puerto Rico para el próximo año culminar con otra serie de compromisos y finalizar en el 2017 en su natal Cuba.

Pero esta noche, más que un nombre, Buena Vista Social Club confirmó una vez más, ante el público boricua el porqué del éxito que los persigue desde que en el 1997 fueran descubiertos por el músico Ry Cooder y el productor que inventó la denominación de Músicas del Mundo, Nick Gold, para grabar un disco que revivió ante los ojos del mundo, el son y lo más genuino de la música tradicional cubana.

Aunque habían invitado a todos los músicos puertorriqueños que quisieran compartir el escenario, la apertura del espectáculo en el Roberto Clemente estuvo a cargo del grupo de Pupi Santiago, quien le imprimió ritmo y baile a la noche mientras que a Silverio Pérez, correspondió la presentación de Buena Vista Social Club y para ello hizo un breve recorrido, por momentos demasiado extenso para la ocasión, acerca de la historia y la trayectoria del grupo cubano y de sus integrantes.

Pasadas las nueve y vestido de gabán y pantalones rojos, hizo su entrada Jesús “Aguaje” Ramos, director y dueño de los acordes del trombón que electrizó al auditorio “Buenas Noches Puerto Rico, Gracias por invitarnos, Gracias por asistir a nuestro concierto. Gracias por su respeto y su cariño”, expresó el músico cubano, visiblemente emocionado.

Seguidamente se escuchó la melodía “Como siento Yo”, una interpretación de Rolandito Luna, al piano en sentido homenaje a Rubén González, mientras en una gran pantalla de fondo se proyectaba imágenes de su vida y trayectoria artística.

Para entonces, la magia apenas había comenzado… “Ahora, anunció el músico, nuestro baile nacional: el danzón…, expresión que fue recibida por un fuerte y sonoro aplauso por parte del público, al tiempo que se dejaban escuchar los memorables acordes de “Bodas de Oro”. Esta primera parte, del concierto la interpretación de los músicos, piano, trombón, contrabajo, congas, y demás instrumentos, con la participación del joven y talentoso cantante, Carlos Calunga y la vocalista Idania Valdés, estuvo dedicada a rendir homenaje a glorias de la música tradicional cubana como el cantante, Ibrahim Ferrer, el cantante y guitarrista Francisco Repilado, Compay Segundo, Pio Leyva, Manuel “Puntillita” Licea y Orlando “Cachaíto” López, entre otros nombres que igualmente, han prestigiado la tradición musical de la Isla y que en su momento, algunos de ellos, formaron también, parte de la orquesta.

Para la segunda parte del concierto el plato fuerte lo fue sin duda, la presentación de Eliades Ochoa, muy bien recibido por el público que se deleitó y bailó con sus más populares interpretaciones: “El carretero”, “Marieta”, “Estoy como nunca”, “Me voy para la luna” y “Macusa.” Junto a Eliades Ochoa, la brillante actuación del cubano del laud, Bárbaro Alberto “Barbarito” Torres quien hizo gala de su gran maestría, tocándolo con impecable dominio, desde su espalda. Al junte se sumó en el contrabajo, Pedro Pablo Gutiérrez y en la percusión, tuvo lugar otra de las interpretaciones más admiradas de la noche.

Finalmente, ataviada con sus coloridos batones, en sandalias y una banda recogida en una gran flor sobre su cabello, apareció Omara Portuondo, otra de las grandes estrellas del Buena Vista Social Club, dueña de una voz que parece desafiar al tiempo, la también llamada novia del filin, hizo gala de la ejecutoria artística que la ha distinguido en todos los escenarios del mundo. Así, dueña y señora del escenario, supo cautivar también, al público boricua que la acompaño y coreó en cada una de sus interpretaciones, puesto de pie y regalándole ante cada canción frecuentes y cálidos aplausos mientras ella se lucia segura y majestuosa en éxitos como “Lágrimas negras”, “20 años”, “No me llores” y “Quizás, Quizás, Quizás.” Sin embargo, la nota más simpática fue precisamente cuando la legendaria cantante presentó a su esposo, el tresista Gilberto “Papi” Oviedo y ambos bailaron en un solo pie, moviendo la cintura hasta el suelo como dos traviesos jovenzuelos.

Portuondo también entonó pedazos de “Bésame mucho” y “En mi Viejo San Juan”. Esta última interpretación, la cantó suavemente, mientras la leía desde un papel, pues ya antes había confesado que se la aprendería para interpretarla ante el público boricua, que igualmente, agradecido la recibió con un gran aplauso.
Para el final del espectáculo, y luego de ser insistentemente aclamados por un público que no se movía de sus asientos aunque aparentemente habían concluido, Buena Vista Social Club se reservó más de lo mejor: una hermosísima entrega de “Dos Gardenias”, en la voz de Omara, acompañada al piano y junto al joven Carlos Calunga, poseedor también de una extraordinaria y potente voz y quien se destaca como interprete y vocalista del grupo. Y finalmente, en un encendido junto de todas las voces, se escuchó el popular “Chan, Chan”, de Compay Sergundo y el “Cuarto de Tula”, mientras el público continuaba encendido con candela, candela…

Casi dos horas y media de excelencia musical en esta memorable y última jornada de Buena Vista Social Club en Puerto Rico. Y aunque ciertamente, la escenografía era sencilla y mostraba en blanco y negro la historia y trayectoria de sus gestores, la savia vital y genuina de su buena música nos deleitó el alma y nos llenó de colores.

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